lorca

La casada infiel

Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos; y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el

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