El tiempo es oro, mujer;
yo no lo puedo perder
en pedir ni en esperar.
Sé mía si lo has de ser
si no, déjame marchar,
que el tiempo es oro, mujer.
¡El sol baja tan aprisa!
¡Llega tan pronto a su ocaso!
Hay que caminar de prisa
hay que aligerar el paso.
¡El sol baja tan aprisa!
Me queda tanto que andar,
y tanto por qué reír,
y tanto por qué llorar.
¡Para lo que he de vivir
me tanto que andar!
No te arrepientas después.
Piensa de qué vivirás
si dejas morir la mies
¡Yo no ando nunca hacia atrás!
¡No te arrepientas después!
Juan José Llovet