Carta de amor de Héctor Berlioz a Estelle

Héctor Berlioz

Carta de amor de Héctor Berlioz a Estelle.
Paris, 2 de octubre de 1864

Señora:
¡Su carta es una obra maestra de triste sabiduría. He esperado hasta hoy para contestarle, en la esperanza de dominar la abrumadora emoción que me causó. Sí, tiene usted razón: «no debe formar muevas amistades, debe evitar todo lo que pudiere turbar su existencia, etc.». Mas yo no la hubiese turbado, esté segura de ello, y esa amistad que yo solicitaba humildemente para un tiempo más o menos largo nunca le hubiera resultado molesta. (¡Piense lo cruel que ha debido parecerme esa palabra!) Me basta lo que usted se digne concederme, algunos sentimientos afectuosos, un lugar en sus recuerdos, y un poco de interés por los sucesos de mi carrera artística. Gracias, señora. Estoy a sus pies, beso respetuosamente sus manos. Me dice, señora, que podré recibir de modo irregular, y de vez en cuando, una respuesta a mis cartas; gracias otra vez por su promesa. Lo que solicito con ruegos, con lágrimas, es la posibilidad de tener noticias suyas. Usted habla con tanta resolución de la vejez y de los años que me atreveré a imitarla. ¡Espero morir primero, y poder enviarle lúcidamente un último adiós! Si acontece lo contrario, que yo sepa que usted ha dejado este triste mundo… Que su hijo me advierta… perdón… Mis cartas no deben ser dirigidas al azar. Concédame lo que daría a cualquier persona, su dirección en Ginebra.
Este mes no iré a visitarla a Lyon, pues evidentemente esta visita le resultaría indiscreta. Tampoco iré a Ginebra antes de un año por lo menos; me retendrá el temor de importunarla.
Pero ¡su dirección, su dirección! Tan pronto como la conozca, envíemela, por favor. Si su silencio me indica una inexorable negativa y la intención formal de prohibirme la más tímida relación con usted, si usted me aparta así, rudamente, como se hace con los seres peligrosos o indignos, habrá colmado una desgracia que hubiera sido fácil endulzar. Entonces, señora, que Dios y su conciencia la perdonen. Viviré la fría noche que usted me depare, sufriendo, desolado, y suyo hasta la muerte.

Héctor Berlioz



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