La entrada de la novia a la iglesia es uno de los momentos más significativos de la boda, casi tanto como el momento de dar el “sí”, y por ello mismo cada vez es más común aportarle más pompa y prestigio a esta “entrada triunfal”, mediante un nutrido cortejo nupcial.
Si bien ingresar a la iglesia con el típico infante arrojando flores no está mal, ni mucho menos la vanguardia de damas de honor, ten en cuenta que un cortejo nupcial grande le aportará más presencia y distinción a tu entrada, además de permitirse resaltar la figura de familiares y amigos especiales.
En primer lugar, un gran cortejo nupcial te da la oportunidad de resaltar la figura del padre del novio y de la madre de la novia, los cuales normalmente quedan desapercibidos, pero que en una ocasión como esta podrán avanzar por el pacillo central, tomados del brazo, y encabezando el cortejo. Al llegar al altar, pueden esperar junto al mismo, o sentarse en un espacio de asientos colocados especialmente para los miembros del cortejo en primera fila.
Los siguientes en desfilar hacia el altar serán el novio con su madre del brazo, que tomarán sus lugares clásicos junto al altar: del lado izquierdo y derecho respectivamente.
A continuación, proseguirán el desfile los testigos del novio o best man, que se ubicarán del lado del altar correspondiente al novio (el derecho).
Seguidamente, avanzarán las damas de honor, y se ubicarán del lado izquierdo.
Y anticipando la entrada de la novia, también podrá participar del cortejo nupcial los niños de la familia, a modo de ujieres o pequeñas damas y pajes.
Por ultimo, ingresará la novia guiada por su padre o por el padrino, y tomará su lugar junto al novio, en el lado izquierdo del altar. Mientras tanto, el padre de la novia llevará a la madre del novio hacia sus asientos, y dará comienzo la gran ceremonia de bodas.