No hay nada más frágil que las palabras
«Las palabras se las lleva el viento», y no es una frase hecha porque sí, pocas cosas son más ciertas que ésta. Las palabras son frágiles, son tan débiles que con un susurro se pierden, pero a la vez son tan dañinas, tan ilusionantes, y tan decepcionantes, que hay que empezar a cambiar el «chip» y quedarse sólo con los actos.