Esta mañana llegó a mis manos una invitación a una boda la cual no puede quedar fuera de comentario. Debido a sus características y funcionalidad no puede pasar desapercibida y me pareció una buena idea para sugerir a aquellas personas que estén a punto de contraer matrimonio.
La invitación en sí es un cofre pequeño (como para guardar luego anillos o pulseras), y dentro de él, la tarjeta viene en forma de pergamino antiguo, también de tamaño pequeño. Simula ser un tesoro pirata, por lo cual es muy atractiva y además, el cofre posee una utilidad posterior a la boda. Supongo que la misma está pensada como recuerdo del enlace.
Pero estuve pensando en otras opciones, para quienes no son muy amigos de los piratas.
La caja puede estar decorada con arena y estrellas de mar y contener la tarjeta con dibujos marinos. En este caso, se sugieren la paleta de colores azules y ocres.
Otra opción interesante sería realizar un collage con figuras y fotos, o con trozos de revistas donde se hable de bodas. De este modo quedaría una caja más country, lo que consentiría luego colocarla en cualquier lugar de la casa.
Para los amantes de la cocina, la caja puede simular un cofre de té, y luego destinarse a ese menester.
Como verán existen miles de opciones de colores, texturas y tamaños, lo que amplia enormemente las posibles aplicaciones de este motivo. Además, la funcionalidad de la misma, permite que se maten dos pájaros de un tiro, ya que enviamos invitación y recuerdo juntos.
