Margarita, Dime la Verdad

Había una vez, una linda margarita creciendo en un bonito parque. Solía observar a los enamorados que acudían a este hermoso lugar, dando largos paseos… cogidos de la mano y dejando ver como sus brillosos ojos delatan felicidad.

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Esta margarita era especialmente alta, bella y de hermosos pétalos… y, como todas las margaritas, tenía cualidades mágicas y características especiales.

Son pocas las personas que saben de estas cualidades cuyo poder revelador nos indicará que tanto nos quiere la persona de la que estamos perdidamente enamorados. Una vez que sabemos la respuestas, las margaritas mueren al arrancarles su último pétalo.

La margarita de este cuento daba gracias al sol, al cielo, la Luna y las estrellas por los bellos amaneceres. Agradecía la lluvia, la brisa y el Amor. Ella sabía que en esta vida, a veces, es difícil encontrarlo… pero existía.

Una tarde de primavera, la margarita exultante de belleza, escuchaba como un viejo excéntrico murmuraba -vale la pena todos los momentos de sufrimiento por un solo instante de verdadero Amor- la margarita meditaba profundamente sobre esta gran frase… cuando, de repente, fue arrancada a mitad de su tallo.

La linda margarita, sin saber qué sucedía en ese momento, se percató que había sido arrancada por un joven algo pálido cuyo rostro presentaba pena y en su alma incertidumbre.

Esta hermosa florecilla no se sintió mal, por el contrario ellas consideran un honor el ser arrancadas pues no hay nada mejor que ser consultadas sobre las cuestiones del Amor.

El muchacho, con flor en mano, se sentó sobre el césped y con apenas un hilo de voz susurró “Me quiere mucho”, mientras tiraba del primer pétalo de la flor, “me quiere poquito”, dijo al arrancar el segundo, “no me quiere nada”, expresó cuando arrancó el tercero y para el cuarto volvió a comenzar otra vez “me quiere mucho…”

Las margaritas conocen la pura verdad y esta sabía que la mujer que el joven amaba… no sentía lo mismo por el… ni tan si quiera un afecto superficial por el muchacho… pero algunas de estas flores se las ingenian, de alguna manera, para decir lo que en ese momento creen conveniente.. aunque sepan la verdad.

De esta manera, una margarita tan sentimental como la de esta historia no podía dejar que el último pétalo predijera “me quiere poquito” por ello y con el fin de aliviar el dolor del muchacho pensó -vale más que conserve la ilusión de su Amor y no que se le rompa el Corazón-… e hizo nacer un pétalo más en ella.

Cuando el joven arrancó el último pétalo… un grito jubiloso escapó de su garganta “¡me quiere mucho!” y sus mejillas cobraron todo el color  y la esperanza que en un primer momento lucían grises en él.

La margarita, creyendo haber realizado una buena acción expiró realmente feliz. Pero no se dio cuenta de que su buena intención habían provocado tiempos de desdicha.

De esta forma pasados unos meses la amada, de este joven, se armó de valor y confesó al muchacho la verdad con frialdad aterradora. No lo quería y nunca lo iba a querer…

No es una buena idea vivir de ilusiones, saber la verdad nos ahorrará muchos disgustos… pero no todas las margaritas saben que es mejor ser honestos. Los números de pétalos de la margarita se corresponde con los llamados “números de Fibonacci

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