¡Tu desdén me está matando!
¡Si he de morir, yo prefiero
que me mates de cariño,
con tu afán y con tus celos,
mientras estrecho tu mano,
mientras aspiro tu aliento,
y cuando muera, que cierres
mis párpados con un beso
para que no esté en la caja
llorando después de muerto!
T. Martínez Barrionuevo