Frases – Frío
Queriendo ser frío, me derrito nada más rozar tu piel.
Queriendo ser frío, me derrito nada más rozar tu piel.
Te digo adios, y acaso te quiero todavía. Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós. No se si me quisiste… No sé si te quería… O tal vez nos quisimos demasiado los dos. Este cariño triste, y apasionado, y loco, me lo sembré en el alama para quererte a ti. No sé si te amé mucho… no sé
Más dulces habéis de ser, si me volvéis a mirar, porque es malicia, a mi ver, siendo fuente de placer, causarme tanto pesar. De seso me tiene ajeno el que en suerte tan cruel sea ese mirar sereno sólo par mí veneno siendo para todos miel. Si crueles os mostráis porque no queéis que os quiera, fieros por demás estáis,
Con sólo verte una vez te otorgué un nombre, para ti levanté una bella historia humana. Una casa entre árboles y amor a medianoche, un deseo y un libro, las rosas del placer y la desidia. Imaginé tu cuerpo tan dulce en el estío, bañado entre las viñas, un beso fugitivo y aquel «espera, no te vayas aún, aún es
Ojos azules hay bellos, hay ojos pardos que hechizan y ojos negros que electrizan con sus vívidos destellos. Pero, fijándose en ellos, se encuentra que, en conclusión, los mejores ojos son, por más que todos se alaben, los que expresar mejor saben lo que siente el corazón. César Conto
Por debajo del agua te busco el pelo, por debajo del agua, pero no llego. Por debajo del agua de tu cintura: tú me llamas arriba para que suba. Para que suba al aire de tu mirada, mi corazón se enciende, luego se apaga. Te busco el pelo por debajo del agua, pero no llego. José Ángel Valente
Inquietarse, temer, no resolverse; hallada la ocasión, no aprovecharse; retroceder medroso y espantarse de aquello que desea poseerse. Al mirar la ilusión desvanecerse, en febriles deseos abrasarse, cobrar de nuevo aliento y arriesgarse y en medio del camino detenerse. El esfuerzo de ayer, ver hoy deshecho, y gemir contemplando aprisionada la firme voluntad en lazo estrecho. Contradicción fatal nunca explicada:
El amor es una amistad con momentos eróticos.
El amor es la actividad del ocioso y el ocio del hombre activo.
Cuerpo feliz que fluye entre mis manos, rostro amado donde contemplo el mundo, donde graciosos pájaros se copian fugitivos, volando a la región donde nada se olvida. Tu forma externa, diamante o rubí duro, brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, cráter que me convoca con su música íntima, con esa indescifrable llamada de tus dientes. Muero porque
El primer suspiro de amor es el último de la razón
¡Tu desdén me está matando! ¡Si he de morir, yo prefiero que me mates de cariño, con tu afán y con tus celos, mientras estrecho tu mano, mientras aspiro tu aliento, y cuando muera, que cierres mis párpados con un beso para que no esté en la caja llorando después de muerto! T. Martínez Barrionuevo